Fogones en el escenario

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TEATRO | Hasta el 31 de julio
Fogones en el escenario


Una compañía argentina invita a comer mientras ve una obra de teatro
Jaime Iglesias (La Luna de Metrópoli) | Madrid

sábado 24/07/2010 11:35 horas

El cineasta John Waters, siempre atento a la provocación, desarrolló a finales de los 70 un sistema llamado Odorama para posibilitar a los espectadores acceder a los efluvios emitidos por los protagonistas de su película 'Polyester'.

Se trataba de romper las barreras del cine bidimensional, algo ya superado con la consolidación de los filmes en 3-D. El medio escénico, donde hace ya tiempo se acabó con la convención de la cuarta pared, también anda en busca de fórmulas que doten de un valor añadido al espectáculo en vivo. Una de las últimas tendencias es incitar a los espectadores a activar su sentido del gusto paralelamente a la vista y el oído.

La Fura dels Baus acaba de presentar en Almagro 'Degustación de Titus Andrónicus', donde se reinterpretaba el clásico shakesperiano invitando a una parte del público a un banquete antropófago, una buena excusa para llevarse el tupper al teatro y sacar a relucir nuestro lado más mezquino haciendo acopio de la comida sobrante para mejor ocasión.

También cabe la posibilidad de hacer de la mezquindad bandera y convertir las miserias humanas en eje vertebrador de un espectáculo, tal y como sucede en 'Monstruos. Catálogo de perversos', la última creación de la argentina Marina Wainer quien, junto a su compañía, aterriza en el Teatro Pradillo para ofrecernos una cáustica propuesta de cabaret donde salen a relucir todas nuestras bajezas morales: la maldad, la avaricia, el egoísmo, etc.

La idea es confrontar al espectador consigo mismo pero no de forma trágica sino con un punto de hedonismo, invitándole a ejercer la canallesca a imagen y semejanza de los distintos personajes que desfilan por el escenario. De ahí que los responsables del espectáculo hayan ideado un espacio para el esparcimiento del respetable con mesitas, cojines y manteles dispuestos para que el espectador que lo desee pueda organizar un picnic mientras asiste a esa mezcla de vodevil, teatro de marionetas, danza y cabaret que es 'Monstruos. Catálogo de perversos'.

Convertido en un protagonista más de la función, al público se le invita a descalzarse, repantigarse y sacar la comida de la tartera o bien quitarle el papel de plata al bocata de rigor, y hacerlo sin preocuparse de la etiqueta que se le presupone a un espacio consagrado a las artes escénicas. La copa corre a cuenta de la casa.

Y si va con las manos vacías...

Aquéllos que opten por acudir de vacío al Teatro Pradillo, que no se preocupen, acorde con el carácter entre populachero y rebajado que se pretende para esta colección de monstruos, la compañía obsequiará al respetable con perritos calientes (paradigma de lo que muchos llaman comida basura) y sangría (elixir de guiris desvergonzados).

Se trata, en definitiva, de apelar a la comida para terminar por infundir un carácter festivo y hasta cierto punto grotesco a un espectáculo que pretende ser una evocación circense de la perversión, ejemplificada en esos vicios primitivos que son innatos a todo ser humano y cuyo inventario dio lugar a los siete pecados capitales. Y, puestos a pecar, mejor hacerlo desde la gula que desde la ira.

'Monstruos. Catálogo de perversos'. En el Teatro Pradillo (Pradillo, 12) hasta el 31 de julio.

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