Entrevista cena con Fernanda Orazi



ENTREVISTA: CENA CON... FERNANDA ORAZI
"Los que te financian quizás no aman el teatro"
ROSANA TORRES 17/06/2010

Tiene y mantiene una actitud tan vital, enérgica y cálida que al poco de compartir mesa con ella se toma conciencia de estar ante una inteligente y jovencísima creadora de brillante futuro. Pero no todo es así. La autora, actriz y directora escénica Fernanda Orazi, efectivamene, es creadora y tiene una cabeza bien amueblada. Pero ni es tan joven como aparenta (calza ya los 34), ni su reluciente carrera es algo solo del mañana. Llegó a España hace cuatro años como una de las voces y de los rostros más firmes de la nueva dramaturgia argentina, lo cual no es decir poco ya que se trata de un país con una cultura teatral excepcional.

Mientras habla va entusiasmandose con la comida y el espacio donde se cena, una pequeña y tranquila terraza del Madrid de los Austrias. Tras una lógica propuesta para compartir platos, y una vez terminado el sabroso guacamole, ataca las quesadillas, unas con flor de calabacín, otras con huitlacoche, un hongo que crece en el maíz, de delicado sabor, que engolosina a Orazi.

Actriz y argentina, lo cual no es decir poco. Nada histriónica. Eso sí, a veces le asoma un coqueteo psicoanalítico, como en el tema de su espectáculo, Susana en el agua y con la boca abierta, un trasunto contemporáneo de la Ofelia hamletiana, en el que se habla a fondo sobre el suicidio: "No es nuevo obsesionarse con la muerte, pero el suicidio provoca un plus de inquietud, incomodidad, ya que hay una voluntad de morir y la mayoría de las personas gastamos nuestros esfuerzos en mantenernos vivos".

Su montaje, el único estreno absoluto del Festival de Otoño en primavera (no es una errata, son cosas de Esperanza Aguirre), puede facilitarle salir del anonimato y abrirse paso en España, donde no se sabe que ella es el relevo de grandes creadores escénicos argentinos como Daniel Veronese, Rafael Spregelburd o Claudio Tolcachir. Pero no piensa moverse de España, donde se estableció mientras estaba de gira con un capital de 700 euros.

Sostiene que las salas alternativas (su montaje está ahora en el Teatro Pradillo), a las que considera su espacio natural en el que crecer y trabajar, tienen en España una excesiva legislación: "Puede que las subvenciones faciliten su existencia, pero va en detrimento de un proyecto artístico; si alguien te da dinero pone condiciones y no siempre ese alguien es cercano al teatro; aquí se evita que en estos teatros haya un caldo de cultivo propio, se generen raíces y lenguajes personales", comenta Orazi, de sangre italiana por los cuatro costados.

Mientras se deleita con unos molcajetes con ternera frijonel cocinados y servidos en piedra volcánica prehispánica y enrolla su tinga poblana de pollo, se sorprende a sí misma descubriendo que la primera vez que pensó en su actual espectáculo fue en este restaurante al que acude de vez en cuando. También parece que en ese momento cae en la cuenta de que hablar del suicidio puede ser de una gran dureza: "Hemos aprendido muy bien de qué cosas hay que reírse y de cuáles no... pero todo apunta a que no lo hacemos muy bien. De hecho, hay quien ríe en los velatorios y quien llora en las fiestas", dice para dejar claro, sin explicitarlo, que su espectáculo está lleno de humor. El que a ella le falta para atacar un postre en estos días de pánicos escénicos.