¡Échale teatro!

La patética, por decir algo amable, campaña de una concejalía de las artes del Ayuntamiento de Madrid que parece haber perdido el norte, contrasta con el tristísimo cierre de la sala Ítaca.
Teatreros, hay que joderse.
Os dejo con el conmovedor texto de despedida, escrito por la buena gente que la llevaba hasta ahora.

Perdón por haber existido
José Ortega López

Es difícil encontrar el tono de una despedida, cuando uno dice adiós a un proyecto en el que te has dejado la bolsa, la propia y parte de la ajena y la vida. Hay ratos que te sientes poseído por una cólera que ¿cómo no?, crees de los justos y como un Quijote patético quieres arremeter contra los gigantes que has visto tantas veces disfrazarse de molinos. No hay nada que le guste tanto a los gigantes como vestirse de molinos. Decir la verdad, toda la verdad es imposible, no estamos tan locos: nadie nos creería: es demasiado perturbadora. Decía un clásico si quieres hablar del correo, cuenta la historia de una carta. Ítaca ha sido una carta de amor que no ha encontrado destinatario, pero a cambio ha ido desvelando algo del juego...

¿Qué más decir? Que hemos amado con pasíón el teatro, que a pesar de todo hemos sido felices intentádolo, que no hemos querido caer en el conveniente cinismo, que animamos a cuantos siguen intentándolo con ilusión y coraje... Que nos llamamos María José Sarrate, Giovanni Holguín, Pepe Ortega..

Gracias, a los críticos que se han dignado a venir, al publico, niños y adultos, a la buena gente, que todavía hace respirable el mundo. Silencio. Se traspasa.