Don Quixote

Acabo de ver Don Quixote en el Teatro Madrid, dentro del Festival de Otoño 2007.
Parece mentira que tras tanto Año Quijote, tanto esfuerzo y tantos fastos ya pasados, llegue un equipo inglés al mando de un catalán y que hayan llevado a cabo la mejor versión teatral del Quijote que se haya podido ver en mucho tiempo. Sorprende lo muy bueno que es todo en este montaje, a pesar del ya no llamativo por visto mil veces, tono sórdido de la decoración: Todoa100, bardecarretera y sexshop chungo calixtobeitiano.
Tres horas del tirón. Todo parabienes para los profesionales ingleses, a los cuales parece afectarles ya el cambio climático y están mediterráneos, graciosos y hasta esperpénticos (esa Quijote de fiesta hooligan por la Barcelona actual, tiene mucho retruecano por parte del director catalán).
Además, todo lo que en este montaje es normal: buena dicción, presencia, exactitud, etc. suele ser raro en nuestro teatro. Olé por esa orda de guiris paletos, que nos siguen invadiendo para vendernos España a nosotros mismos y hacer las cosas bien.
Lo mejor de todo, es que esta versión inglesa del Quijote, no solo pone al día y hace amena una historia que tras tanto fasto, parece quemada para el público en general, sino que la catapulca a nuevas lecturas, esta vez acercándose muchísimo a lo que más me gusta del original cervantino: la ironía, aquí casi choteo y a veces cachondeo padre, casi recordando a Muñoz Seca (esos actores corriendo y verduleando a voces por entre los pasillos del teatro).
Cómo mola este Quijote, que parece hecho para que se lo pongan a los quinceñeros salvajes del bachillerato y lo flipen. Como mola esa dulcinea bacala y ordinaria, metiéndose en la discoteca, chunda, chunda, tras dejar con cajas destempladas al caballero de la triste figura.
Una vez más han venido de fuera, para reirse e reinventarse nuestro mitos patrios. Olé, dí que si, bien por ellos...