Propuestas para hacer un poco más rica a la industria del entretenimiento privada, y ¡gratis!


El musical madrileño tras años de bonanza y burbujaza, está en crisis. Recordemos los temas de algunos de ellos y el público a quien iba dirigidos:

- La musiquilla filogay de ABBA: para adolescentes viejos y madres en la pubertad.
- Las alegres tonadillas de Mecano: mariconadas para pobladores del extrarradio de Toledo.
- Los musicales macdonal (Gatos, Fantasmas, Reinas, etc.): comida basura para oligofrénicos.
- Anna Frank: sin comentarios...

¡Redios! Pero con semejantes argumentos, no se explican todavía porque la están palmando. Tranquilos, aún no está todo perdido: ¡Salvemos la industria del musical madrileño!

¿Pero cómo? Muy fácil, aquí una propuesta para que vuelvan a llenar sus arcas de billetazos de 500 euros, y encima se la doy ¡gratis!:

Veamos, qué temas, y quién los monopolizó durante años, resumen el gracejo y el tipismo local, eran de risa, encima se veía carne, y eran supercomerciales: Pues las películas de Don Mariano Ozores. Si, amigos productores del sector privado de la escena aguirresca, dejen de dar palos de ciego y produzcan ya un musical sobre las pelis de la familia Pescozores. En concreto, y para empezar a lo grande, se pueden centrar en la legendaria serie de flims protagonizados por los inolvidables Esteso y Pajares.

Ya me lo imagino en los grandes luminosos de la Gran Vía:

Los Bingueros, el Miusical.

Los auténticos actores, aún en la memoria de todos, podían participar con algún cameo, pero en el papel de Fernando Esteso yo pondría al gracioso de Cruz y Raya, y como Andrés Pajares, al Follonero de La Sexta, que te partes el ojete nada más verle...

Anoche se nos ocurrió, tomando unas cañas en el Portomarín, tras ver una joyita del festival Escena Contemporánea.
D.


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Carta de felicitación a Paz Santacecilia

Si en Duques de Bergara Unplugged, Sergi Faustino (por cierto, aún podrán disfrutarla otra vez en Madrid) nos hacía ver un decorado que no existía, nos hacía sentir unas sensaciones, como si estuvies allí mismo, de una historia que en realidad sólo nos era contada, anoche pudimos asistir a su particular antítesis: Long Life.

The New Riga Theatre nos trajo una obra de teatro que se basaba en sumergirse a pocos palmos de una escenografía perfecta (de hecho la entrada del público es por un pasillo de la casa), toser el polvo acumulado, gozar con el hiperrealismo del decorado u oler las sardinas fritas.
Actores increíblemente caracterizados hasta la sorpresa final, que deambulan con problemas entre este abigarrado universo, gimen, rezongan en sus pequeñas vidas. Cotidianidad anónima y patética, a ratos muda y amarga. Pero, también a ratos ruidosa, absurda y surrealista, de un modo que me recordaba a los follones que montaba el Mr. Hulot en la películas de Jacques Tati.

Un montaje sublime que normalmente debería de haber venido al Festival de Otoño, pero que Paz Santacecilia nos ha traído a nuestra Escena Contemporánea, para dejarnos simplemente con la boca abierta.
D.


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