Cuando uno es Uno, ajeno a todo y libre de cargas







Mar López y Anuska Alonso, se miran a mismas, con la relatividad del espacio y el tiempo.
Publicado el Sábado 11 de diciembre de 2010 por Julio Castro – laRepúblicaCultural.es


La cuestión son puntos de referencia, es decir, la relatividad con que las cosas se perciben, cuando cada Uno mira a sí mismo o a los demás desde su lugar de observación. Esas coordenadas definen los ejes con los que se percibe y se elabora la concepción de la vida. Pero si a esto añadimos un factor adimensional, como es el tiempo, conseguiremos complicar la forma de mirar las cosas, confiriendo a la relatividad un peso mayor del que ya tenía esa observación.

Así desarrollan su trabajo Mar López y Anuska Alonso en este Uno, el nuevo trabajo escénico de danza que ahora nos presentan. Si hace pocas semanas veíamos a Mar López en Tris Tras, con Mónica Runde, en un trabajo en el que la plasticidad era el sentido dominante de la armonía, aquí la encontramos dirigiendo y comprometida en la interpretación con Anuska, en un concepto que se definiría mejor como lo orgánico, dentro de una visión más personalista, y de una forma de intimismo que se aproxima más a la visión cotidiana del espectador, antes que al deseo de lo esperado.

Esta nueva puesta en escena, conserva en la composición numerosos referentes de su trabajo conjunto A 2 centímetros del suelo, pero transformando aquella plasticidad y rompiendo en buena medida con la coordinación en el movimiento conjunto, para transformarse precisamente en lo que la descripción de su trabajo quiere abordar: lo que es cada uno y cómo se ve frente al otro.

Además de la seriedad en el trabajo, les va lo divertido, y por eso arrancan con una curiosa forma de “calentar” en escena, derivando hacia un modelo de juego de niñ@s, a partir del cual arranca el movimiento de la pieza.

Quien ha fumado o tenido cerca a un fumador, sabe cómo es encender un cigarrillo tras otro, o varios a la vez, en un movimiento mecánico y compulsivo que no tiene noción del tiempo ni de la realidad, en tanto que otros instantes llegan a cámara lenta, dejando una sensación de inmovilidad en fotogramas para quien los percibe de esa manera, estas son comparativas que irán desarrollándose en el trabajo corporal escénico de las dos integrantes del dúo de danza, a través de distintas formas creativas, con el gesto (el reflejo), con la posición (la forma o el espacio), con la velocidad (relación espacio tiempo) o con la descripción del entorno, en un medio en el que los elementos que integran el atrezo son escasos, pero suficientes para la comparación, sea por contigüedad, como en el caso del tamaño de las tazas de té, sea por intercambio, como ocurre al cambiarse las prendas de ropa… parece que cada una quiere imponer a la otra su forma de percibir y de querer las cosas, mientras que a la vez, cada una se ve de una manera desde su punto de vista y a través de los ojos de la otra

Desarrollan movimientos que pueden ser más estáticos, o más dinámicos en función del quién y el momento, así como la disrupción en las secuencias, hacen que el conjunto del diseño coreográfico ofrezca las diferentes posibilidades que conducen al final, con el logro del ser Uno, independientemente de los deseos del otro: hacia esa liberación que no hace al otro inexistente, pero que acaba con la propia anulación bajo el peso ajeno. Un complicado juego, en el que las iluminaciones, que casi pasan desapercibidas, tienen su peso a la hora de marcar esa transferencia de la información al otro: al público.