“Indisciplines”, Associació d’artistes escènics, 22/11/2008

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No pretendo ofrecer una crónica exhaustiva de lo acontecido en “Indisciplines”, entre otros motivos porque no asistí a la totalidad de los actos. Así que sólo hablaré de ciertos aspectos que me parecen de especial relevancia. En la confrontación entre críticos y artistas a la que me invitaron, Txiki Berraondo dijo que el teatro en Cataluña es terriblemente mediocre, ya sea bajo la etiqueta de “contemporáneo/transdiciplinar” o bajo la etiqueta de “clásico/convencional”. Ninguno de los allí presentes la contradijimos. Porque tiene razón. Es cierto que el teatro contemporáneo está más conectado con nuestra realidad, tanto en la forma con el fondo. Y también es verdad que las artes escénicas contemporáneas tienen más derecho al fracaso porque a veces sus principios son experimentales y el riesgo es mayor. Pero a menudo el nivel de calidad del mismo (salvo honrosas excepciones) no se eleva demasiado por encima del teatro más convencional e industrializado. Flota en el aire una cierta laxitud que requiere que todos desenterremos el hacha de guerra y subamos el nivel de exigencia.

Los mayores nos advertían del riesgo de que esta nueva generación se aposente al igual que ha ocurrido con tótems de la vieja guardia. Éste también es un peligro que hay que tener muy presente.

Agradezco enormemente a la AEE que haya abierto este debate y que haya sabido implicar partes tan diferentes como creadores ilustres de la tercera edad, críticos, docentes y alumnos del Institut del Teatre, artistas de ámbitos distintos y recorridos heterogéneos. Las discusiones que se llevaron a cabo eran necesarias y se veían legitimizadas por esta amplia participación.

Ojalá la administración y la sociedad dejen de pensar en la cultura en términos de entretenimiento y rentabilidad económica. Ojalá los creadores sean más ambiciosos y rigurosos en sus propuestas. Ojalá las artes escénicas contemporáneas consigan un espacio de exhibición de primera línea. Ojalá los sistemas de producción, exhibición y distribución no condenen las artes escénicas a la muerte o bien a producciones anodinas. Ojalá se consiga conectar estas artes con el gran público. Ojalá los medios de comunicación se hagan eco de estas propuestas y las acompañen con un incisivo juicio crítico. Ojalá la empresa Focus deje de hacer uso de fondos públicos para producciones de ínfima calidad que se hacen pasar por alternativas y no tienen otro fin más que el beneficio económico. Ojalá se amplíe el mediocre presupuesto que se le asigna al futuro Consell de les Arts y que éste se ponga en marcha pronto.

Pero mientras no se dan estas condiciones ideales, sigamos cultivando el estrecho margen “underground” que sobrevive en la ciudad. Por ahora es todo lo que tenemos y de eso depende el futuro. QP.

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