Un director de teatro alternativo calvo con coleta, de setenta años, pero aún alternativo. Un cura apresurado, un padre -poeta sin saberlo- de andar raro, una abuela fantasma y un gato, Quevedo y un portugués bujarrón. Y más, más y más personajes.
Pero sobre todo, Rafael Álvarez "El Brujo" como monaguillo desatado que agita la campañilla de misa, y nos levanta el espíritu, nos la pasea con maestría de un lado a otro. Sí, juega con nosotros, el público, convertido en su gran y gozosa marioneta.
Muy buena.
D.
en 2:52
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