Hace tiempo Madrid tuvo la suerte de contar con uno de los procesos de creación colectiva más potentes que se recuerdan, se llamaron Circo Interior Bruto. Su vida tan fugaz, como gloriosa, término cuando tras mucho currar en su local de Lavapiés e ir de acá para allá se subieron a un escenario (o varios), se dieron cuenta que no era lo suyo y se separaron.
Dos de estos miembros, son Velvet&Crochet, Rafa Suárez y Fran Wimberg, excelentes artistas que durante un tiempo militaron en el arte social (Vinateros sin fronteras) y luego vagaron por Berlín y la empresa privada.
Hace un par de años les invité a que se apoderaran del Teatro Pradillo con una propuesta libre llamada Artistas Sin Residencia (broma simplona de las mías parodiando esa cosa de las residencias artistas tan comunes en los espacios culturales) y que intentaba generar una actividad parateatral alrededor de la programación habitual de la sala alternativa.
El resultado no pudo ser mejor.
Estos dos figuras se dejaron literalmente la piel y sobre todo la sesera en darle la vuelta, a su propio curro, a la propuesta-invitación y al propio Teatro Pradillo.
Durante seis meses la liaron, como yo creo que nadie la ha liado, fuera claro está, del escenario. de la sala. Valga mi enhorabuena para su trabajo, tan fino y sublime, que a veces me alucina que se pudiese llevar a cabo.
Seis Cartas al Rey, así bautizaron al proyecto, llevó consigo cosas tan marcianas como representar teatro para perros (exclusivo para ellos, los dueños fuera), una sala de tiro con escopeta en el hall, robo de aplausos de los espectáculos de la sala (gracias a la colaboración de Cristina Blanco y Amalia Fernández) o una performance de un verdadero trabajo de pintura al gotelé en las paredes del teatro, entre otras.
Lo dicho, sublimes.
D.
en 5:57
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