Un texto de Javier sobre las elecciones. ¿Elecciones? ¡¿De qué elecciones hablan...?!:
Estamos en época de elecciones
Ante la inminente llegada de la “máxima expresión de la democracia”, es decir, unas elecciones (sufragio universal ganado a costa de la sangre de muchos/as) surge la llamada a las urnas, pero no solo la de ir a votar (ejercicio libre y secreto, que cada uno realiza si quiere o no) sino la de ir a trabajar detrás de la urna: es decir, a constituir la mesa electoral, Presidente, Vocales e interventores.Resulta que te envían una carta (entrega en mano) apenas dos semanas antes de realizarse esa votación, y te dan 7 días para que presentes las alegaciones oportunas que creas te impiden ejercer ese “deber” ciudadano obligatorio e ineludible de presentarte a las 8 de la mañana (de un domingo).
Aquí mi disertación se divide en dos partes, por un lado, la de dichas alegaciones y por otro la de quienes deberían ir a esa supuesta labor social (por otro lado y me repito, obligatoria e ineludible y sancionada con pena de privación de libertad de 14 a 30 días y multa de dos a diez meses).
Por empezar por una: Por qué a esta labor no se convoca a las personas que llenan las listas de desempleados de este país, por una parte les vendría bastante mejor esa “dieta” de 60 € con las que se gratifica a los miembros de la Mesa electoral.
Por otro lado no se obliga a un/a trabajador/a que después de estar trabajando toda la semana (e incluso teniendo que trabajar ese día) no tengan que ejercer una labor de al menos 12 horas (que recordemos que la mesa se constituye a las 8 de la mañana y la votación se cierra a las 8 de la tarde y después viene el recuento de votos, levantamiento de actas, entrega de sobres al empleado de Correos o transporte y entrega de dicho sobre al organismo pertinente)
Vamos que siendo Presidente de una mesa con ciertas complicaciones (por ejemplo, según la ley electoral si por un periodo de tiempo faltasen papeletas de un partido político en el colegio electoral, se alargará el periodo de votación tanto tiempo como se ha estado sin papeletas: “menudo papelón” ¿Habrá ocurrido esto alguna vez?) puedes acabar a ciertas horas de la madrugada.
Y te dan permiso de 5 horas para faltar a tu trabajo el día siguiente, ¡uau!
Pero si por tu trabajo no puedes eludir ese lunes tus labores profesionales (recordemos que te han avisado unos 15 días antes) Y a lo mejor tienes ya un viaje concertado, o lo que sea.
Y por cierto, si en el estatuto de los trabajadores no se pueden trabajar más de 8 horas en una jornada, ¿esto cómo se come?
¡Ah claro!, que no es un trabajo, porque remunerado, remunerado, no está: específicamente te dan una dieta de 60 €. ¡Toma ya!
Al respecto de las dietas habría que bucear un poco y ver que opina la Tesorería General de la Seguridad Social de dar dietas a alguien que no se ausenta de su localidad para ejercer esta labor, y ver a cuánto está la dieta completa (sin alojamiento) por día y cuanto se debe cotizar de esa dieta a la seguridad social, porque firmaran una dieta ¿no?
Y vamos que si ese domingo tienes un bolo cerrado y firmado, espero que sea suficiente criterio de excusa para no tener que ir, pero ese era el siguiente punto.
Los criterios de excusa en principio son seis muy específicos (que no paso a enumerar) pero existe un séptimo “Cualquier otra causa de excusa deberá ser debidamente justificada documentalmente”. Pero te dan siete días para presentarlas.
De nuevo surge la duda de si el trabajo es causa excusable o no.
Si alguien del gremio escénico le ha ocurrido esto, por favor, que conteste. Porque suspender una función por tener que ser parte de una mesa electoral debería ser causa más que suficiente. (Pero recordemos que somos de las Artes Escénicas, esa gran desconocida).
Y luego otra causa, (que me toca más de cerca): Y si una mujer que tiene un bebé (el periodo de lactancia puede ser más largo de lo que parece e incluso a la hora de solicitar la reducción de jornada laboral por este motivo se está llegando a los nueve meses.) tiene que dar de comer a su bebé, ¿Qué ocurre?
Pues no sé cual habrá sido el criterio pero a quien yo conozco, le han dicho que no, que no está como causa de exclusión y que ante esa resolución no cabe recurso ulterior.
O sea que si el bebé come, pongamos cada tres horas: ¿Qué hace, le deja 4 biberones de leche materna? eso, la verdad de una sola tacada es imposible. Pero quizá es mejor obligar a que ese niño en su primer contacto con la democracia deje la teta y se pase al biberón (por artículo 33 que se dice).
Vamos, que ir, iré a votar, pero ya no sé si por votar o por ver a esa madre teniendo que aguantar esa jornada de domingo tan primaveral y agradable cumpliendo con “su deber” y saber que puede hacer con ese bebé.
Todo esto mientras los políticos siguen hablando de conciliación de la vida familiar y laboral, de las altas (o bajas, según quien aporte el dato) tasas de paro, de los fraudes a la seguridad social, de los riesgos laborales, del rendimiento en el trabajo,...
Y pretenderán que esas actas de final del día sean correctas: después de 12 horas metiendo votos en la urna y diciendo nombres y buscando en listas y diciendo eso de “fulanito de tal” ¡Vota!.
Recuerdo que a través de un blog se formó una plataforma para salvar al Albéniz...
¿Y si alguien crea una plataforma para pedir que las elecciones no sean en domingo, o para que los encargados de las mesas electorales sean desempleados (a lo mejor alguno de los que engordan esas listas se daba de baja con tal de no ir a la Mesa (y se bajaba la tasa de paro), ...En fin, que como esto sólo ocurre cada cuatro años, (o tres si contamos las municipales/autonómicas, o menos si contamos las extrañas irregularidades que a todos nos vienen a la cabeza) seguro que esto pasa inadvertido.
Y lo que queda es eso de, ¡que bien, nos tomamos el vermut y de paso vamos a votar!
Esto lo hemos pensado todos y solo nos preocupamos de lo otro cuando nos toca directamente. (¡Anda! Esto me suena que pasa mucho ¿no? Y no solo en este tema).
Bueno, ya que me he pasado, en vez del vermut, vayan a votar y antes o después al teatro (es una buena oportunidad para salir con los niños de casa y llevarles a ver la cuna de la democracia y a culturizarse de paso.)
Y si no quieren ir a votar, lo del teatro sigue en pie...
1 comentario:
Un pelín de cabreo ¿no?
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