De El Prado a Pradillo, eso es todo lo que pedimos (por ahora).
Joseph Nadj llevó a cabo unas de su primeras performances en España: Cannard pekinois, hace la tira de años y fue en la Sala Pradillo. Yo que no vi a Nadj esa vez (no creo ni que hubiese nacido), tampoco le he vuelto a ver, ahora que el Museo del Prado ha decidido de utilizar el Casón del Buen Retiro, marco incomparable, para representar uno de sus últimos trabajos: Paso Doble.
El viejo Casón recientemente restaurado (archimillonariamente), como aún no tiene un uso muy buen definido. Quizá sea centro de estudios o de investigación, sala de reuniones o se alquile para bodas o comuniones, en fin, el gestor cultural que es muy cuco, ya se le ocurrirá algo. Cómo no se sabe aún que contenido tendrá el contenedor, y por la cosa del arte plástico y lo del marco incomparable, han decidido que se representase la vuelta (viene a menudo no se crean) de Nadj a Madrid con Barceló, ambos embarcados en su espectáculo conjunto: Paso Doble, magnífico trabajo y cartel del pasado festival de Aviñón.
Solo fueron dos funciones, dos. Exclusivísimas, no era para menos, ambos creadores son, hace mucho, poderosos artistas que sobrevuelan las más altas cimas culturales (muy oportuno yendo de celajes y de alturas, la cosa del salón central del Casón del Buen Retiro: esa vaporosa bóveda de pintada por Giordano, ese hueco -es broma- en la pared dejado por el Guernica, custodiado por aquellos guardias civiles).
Lo que ocurre es que, por desgracia, no se ha enterado mucha gente de este otro momento histórico-foto. Quizá se debiera, a que la lista de protocolo era tan grande, que no les dio tiempo a más promoción. Quizá la alta cultura sea una especie delicada, rara que sólo se desarrolla en escenarios con solera de siglos, recien restaurados por solventes consejos de administración, solo se dé entre los palcos con calefación y rodeados de patronatos empadronados en la Bahamas, por negociantes y/o exministros y/o con fotógrafos en las inmediaciones que inmortalicen la performance. En cualquier caso, parece que fue todo un éxito (¿qué otra cosa importa?), y más si te puedes codear un ratito con patronos, patronatos, ministros con cartera, concejales de guateque, periodistas de grupo.
Por eso, esta mañana lluviosa del Madrid invernal, proponemos que Paso Doble de Miquel Barceló y Joseph Nadj debería volver a Madrid. Y que debe de hacerlo en la Sala Pradillo. (¿dónde mejor?). A estos dos artistas les urge volver a sus orígenes, le apremia el deber de engorrirnar la Sala Pradillo, están moralmente obligados a manchar o salpicar de barro a nuestro público - y no es un juego de palabras- de barrio (y también al del protocolo de medio pelo que solemos tener, no se vayan a creer). No me priven de, tras la representación, limpiar y recojer esas pelotas de arcilla pegadas en las paredes y el techo de la Sala Pradillo.
Señoras y señores de las instituciones: no se lo queden para ustedes sólos, ¡Paso Doble, de El Prado a la Pradillo! ¡Alta cultura para todos!
en 4:20
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